Doble Materialidad: el enfoque que ha revolucionado la gestión empresarial en 2024
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En los últimos años, la sostenibilidad ha dejado de ser un tema marginal para convertirse en un pilar estratégico de los negocios. Sin embargo, muchas empresas aún operan bajo un enfoque limitado: miden su impacto en el entorno, pero no analizan cómo los cambios externos pueden afectar su viabilidad futura.
Aquí es donde entra la doble materialidad, un concepto que está transformando la manera en que las organizaciones entienden su relación con el entorno. No se trata solo de ser "verdes" o socialmente responsables, sino de garantizar la resiliencia y competitividad en un mundo en constante cambio.
La doble materialidad exige una comprensión profunda y bidireccional de cómo las organizaciones interactúan con su entorno - tanto en lo que aportan como en lo que reciben de él.
Desentrañando el concepto: una visión integral
La doble materialidad descansa sobre dos pilares fundamentales que, combinados, ofrecen una visión holística del desempeño empresarial:
El primer pilar examina cómo las operaciones, productos y decisiones estratégicas de una compañía impactan en el mundo que la rodea. Esto incluye desde sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta sus prácticas laborales, pasando por su contribución al desarrollo económico local. Este aspecto responde a preguntas críticas: ¿Está la empresa degradando o mejorando los ecosistemas donde opera? ¿Contribuye al bienestar social o perpetúa desigualdades?
El segundo pilar, igualmente crucial pero frecuentemente descuidado, analiza cómo los cambios externos - ambientales, sociales, regulatorios - pueden afectar la viabilidad futura del negocio. En un mundo de creciente volatilidad, factores como la escasez de recursos, los cambios demográficos o las nuevas regulaciones pueden alterar radicalmente las reglas del juego competitivo.

Los mercados de capitales: donde la sostenibilidad encuentra su valor real
Empresas que históricamente parecían sólidas en términos contables tradicionales están viendo cómo su valor de mercado se erosiona al quedar expuestas vulnerabilidades en su cadena de suministro, dependencia de recursos escasos o prácticas laborales cuestionables.
Por el contrario, las organizaciones que han integrado esta doble visión en su ADN están construyendo ventajas competitivas sostenibles: están desarrollando modelos de negocio más resilientes frente a crisis globales, generando innovaciones disruptivas alineadas con las necesidades emergentes de la sociedad, y estableciendo relaciones estratégicas más sólidas con reguladores y comunidades locales que fortalecen su licencia social para operar.
La brecha de implementación: ¿por qué muchas empresas fallan?
Aunque el concepto de doble materialidad gana relevancia en los círculos empresariales, su implementación práctica sigue siendo un desafío insuperable para muchas organizaciones. Las barreras son múltiples y complejas:
- Sistemas de medición obsoletos que no capturan datos ESG relevantes,
- Metodologías de evaluación de riesgos que no incorporan variables no financieras, y
- Una desconexión crítica entre los reportes de sostenibilidad y los procesos reales de toma de decisiones estratégicas.
La doble materialidad requiere colaboración transversal entre áreas que tradicionalmente han operado en silos: finanzas, operaciones, recursos humanos, relaciones institucionales. Sin un liderazgo claro desde la alta dirección y mecanismos efectivos de coordinación, los esfuerzos se diluyen y pierden impacto.
Esto lleva a empresas a recopilar información de manera reactiva, centrándose en lo que es fácil de medir en lugar de lo que es realmente importante. El resultado son informes superficiales que no cumplen con los estándares regulatorios emergentes.

El futuro pertenece a los visionarios
Las empresas que adopten tempranamente la doble materialidad no solo estarán mejor preparadas para cumplir con las crecientes exigencias regulatorias. Estarán posicionándose para liderar sus industrias en la nueva economía global, donde el valor empresarial se medirá cada vez más por la capacidad de crear prosperidad compartida y resiliencia sistémica.
El año de 2025 representa una ventana de oportunidad crítica: la doble materialidad marcará la línea divisoria entre empresas que prosperan y aquellas que simplemente sobreviven.